Bitácora

La mentira y el autoengaño son buenos para nosotros

No somos la única especie animal que la ha desarrollado la mentira, pero sin duda es parte de nuestra evolución como especie y como sociedad.

20 Jun, 2021
Le mentira, ese recurso tan necesario en la sociedad humana.

Hay de mentiras a mentiras, pero son nuestras y nos gustan.

La mentira es plenamente aceptada entre nosotros y la ejercemos con plenitud. Hasta tiene un componente evolutivo digno de estudio. Cuando era adolescente tuve un amigo que era mentiroso compulsivo. No había maldad de su parte, sino una forma de ser aceptado y tener autoestima.

Por eso todas sus mentiras eran sobre cómo él solo golpeó a tres, de cómo una dama quedó prendada de su actuar caballerezco y así sucesivamente. Lo mejor era que no sólo sabía que mentía, sino que él sabía que yo sabía, pero no importaba. Me entretenían sus aventuras ficticias y a él le agradaba que lo escuchara. Y fuimos muy buenos amigos.

Muchos años después nos encontramos en una comida, él siendo padre de familia responsable, con calvicie y un prominente abdomen que lucía con orgullo patriarcal. Le dio mucho gusto verme, claro, pero de alguna manera yo seguía conservando cierta libertad o actitud que él ya no tenía. Envejecimos los dos, pero yo no estaba tan abandonado.

Llegué en una flamante y recién comprada motocicleta BMW y entonces comenzó a relatarme supuestas aventuras de él en toda Europa. En moto, claro. Pero la mentira y el autoengaño no son lo mismo en la ingenuidad de la adolescencia, que 20 años después.

El estudio de la mentira

Robert Trivers ha investigado, entre tantas cosas, la mentira. Es profesor de antropología y ciencias biológicas en la Universidad de Rutgers y de psicología en la Universidad de Harvard. Sus investigaciones se centran en la teoría social basada en la selección natural. Ahí es donde nace su teoría del autoengaño, y en la biología de los elementos genéticos egoístas. 

Según Trivers, vivimos en un mundo altamente complejo formado por mentirosos y por personas que son engañadas por mentirosos. Por esa misma razón, los procesos de identificación y de provocación del engaño se hacen más complejos y eficientes. Evolucionan.

Cuando detectamos la mentira reaccionamos con hostilidad, pero si uno no es consciente de que miente, los demás no lo pueden detectar. Otra forma del autoengaño tiene que ver con la autopromoción, la exageración del lado positivo y la negación del lado negativo de uno mismo. ¿El objetivo? Para producir una imagen benefactora.

Otra fuente de autoengaño es la construcción de narrativas sesgadas de la conducta en curso con el fin ocultar las verdaderas intenciones. El costo del autoengaño es la aprehensión distorsionada de la realidad, especialmente de la realidad social, y el mantenimiento de un sistema mental ineficiente y fragmentado.

El rey del autoengaño

Ese es nuestro presidente López Obrador. Siempre con otros datos, evadiendo respuestas, fingiendo demencia, acusando sin sustento. Por ello la necesidad de las instituciones con un marco jurídico, la división de poderes y la vigilancia de organismos ciudadanos.

No es un asunto de moralidad ni filias partidistas: el político está obligado a mentir en buena medida ante sus rivales u opositores, pero este caso es para investigación psiquiátrica. Ha sido capaz de soltar, así a quemarropa, que si no hay retratos del presidente en las oficinas de gobierno, es para evitar el culto a la personalidad. ¡Y lo dice el amo del culto a la personalidad!

¿Qué es la conferencia matutina sino su mejor recurso de propaganda? Falso ejercicio informativo que centra la atención en su persona, al culto de una figura pulcra donde no caben males ni errores. Los programas de ayuda social, los censos, todo lleva su nombre. El gobierno es él, con estatura moral para hacer lo que le plazca porque no es como los demás.

Y claro que no lo es: lo suyo es una historia de éxito nacida en la mentira, pero cultivada en un sincero autoengaño con la admiración de millones más que hacen exactamente igual.