Bitácora

Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era rodar

Rodar y rodar...rodar y rodar...

La canción de José Alfredo Jiménez que cantan con enjundia, parece más un himno a la derrota y el abandono.

3 Jun, 2020
Así dice la canción de José Alfredo: «Una piedra en el camino...»

Una piedra en el camino, o dos o tres.

Así dice la célebre canción de José Alfredo Jiménez: «Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar». Y lo que evoca la canción y su analogía le viene bien a esta crónica.

Hace un mes llegó una joven familia de tres al condominio. Ocuparon un departamento en planta baja papá, mamá y una niña de unos tres años. Llegó un camión de Liverpool, descargaron mobiliario, lo normal.

¿Vendrían de CDMX? Quizás. Un día vi desde mi balcón a la mamá nadando con la pequeña y el papá viendo desde un extremo de la alberca. Una escena familiar apacible.

También lee: Vivir solo y con poco contacto social aumenta en un 50 % el riesgo de morir.

Pero luego todo cambió.

Relatan trabajadores del condominio que seguido se escuchaban gritos de discusión entre la pareja. Al poco tiempo, comenzaron a entrar personas para visitar al señor.

Llegaban en taxi y se quedaban toda la noche bebiendo alcohol, noche tras noche, día tras día.

En una ocasión, una mujer salió corriendo del departamento mientras gritaba pidiendo ayuda. No era la esposa sino, al parecer, una prostituta que lo acusaba de golpearla y ser agresivo.

Después quien pidió ayuda fue la esposa en una escena similar: huyendo de golpes y resguardándose con el vigilante.

La esposa levantó una denuncia y había una orden de restricción: el sujeto no podía entrar al condiminio. Pero de nuevo todo cambió.

Vendió su auto, luego todos los muebles. La esposa se fue y él se quedó solo en el departamento, entrando y saliendo, sobre todo de madrugada.

Una piedra en el camino.

Noche a noche, el sujeto llegó abordo de un taxi, a quien dejaba esperando afuera sin pagarle. A otros les daba platos, juguetes de niña, lo que fuera para «pagar» el viaje.

Fue entonces cuando la situación se volvió grotesca: no sólo se quedó sin nada, sino que vendió la estufa, repisas, el boiler ¡y las tazas de baño!

Desvalijando el departamento por el que pagó un año de renta por adelantado en efectivo. Todo eso en apenas 30 días.

¿Habría contrato? No lo sé, es un asunto que están resolviendo tanto el dueño como la corredora de bienes raíces junto con el presidente de la asociación de colonos.

Dicen que recibió una herencia y que por eso disponía de dinero, pero es entonces cuando entendimos tanta locura: el sujeto es adicto a la piedra o crack.

Esa droga causa un viaje de corta duración y muy intenso, seguido inmediatamente por lo opuesto: depresión intensa, tensión nerviosa y ansia por consumir más. 

Por eso ha vendido todo: necesita más. No se alimenta ni duerme apropiadamente y se comporta de forma paranoica, enojado, hostil y ansioso.

Lo que viene.

Hace unos días nos enteramos que tiene dos perros, ambos bulldog americanos, a quienes hemos podido dar agua y de comer gracias a que dejó una puerta corrediza abierta y los animales se acercan.

Dos noches atrás salió con una gatita muerta en brazos. La gatita de su hija, para irla a botar al basurero. «Me mataron a mi gata», dijo al vigilante, aunque quizás fue él mismo y ni siquiera lo recuerda.

Estaremos pendientes de los perros para que, cuando sea posible, les consigamos refugio. Al menos ya comen todos los días. 

Y pensar que ese sujeto poseído por una vorágine de autodestrucción fue un niño cargado en brazos, querido, yendo a la escuela, siendo arropado por su mamá.

¿Qué habrá soñado al ser de grande?

Una esposa dejó de ver a su marido y una niña dejó de ver a su papá. A su gatita. Tal vez pronto dejemos de ver al sujeto, o veamos una camioneta de SEMEFO en el estacionamiento. Realmente da igual.

Todo por una piedra en el camino.