Opinión

Elán, la suerte y yo. Una historia personal (o varias)

Es de mala suerte no creer en la suerte.

Y aunque no lo crean, Elán tiene muchas cosas que hacer, deliciosos. Sale, bye.

Elán es música y servicio al cliente.

Elán y su música son parte de mi vida.

¿Qué es la suerte? Según el diccionario, la suerte puede ser definida como el resultado positivo o negativo de un suceso poco probable. Y yo creo que Elán llegó a mi vida por suerte.

Una parte de mi creía que la suerte es algo que nosotros mismos construíamos y destruíamos, como el personaje de Harvey Dent y su moneda. ¿Lo recuerdan? No dejaba nada al azar y decía que él hacía su propia suerte. La otra parte de mí quería creer que la magia existía.  

Como cuando te encuentras un billete de $200 pesos en el fondo de la lavadora y es fin de quincena o llegar a Tlaxcala a las 3:00 am y encontrar un puesto de tacos abierto.

Vestirte de blanco y comer mole sin ensuciarte o que el Cruz Azul gane un campeonato (jajaja)…vaya, ejemplos hay muchos para poder afirmar que la suerte existe y a veces no depende de nosotros.

Es cosa de suerte.

Por alguna razón mi suerte me abandonó, o al menos eso creía. No me juzguen, queridos lectores, andaba en modo hater antes de escribir esto.

Curiosamente mi suerte decidió visitarme mientras veía un video de Elán.

Para quienes no la conocen, déjenme les cuento que es una cantante y compositora mexicana, aficionada de las Chivas, que vive en Narnia y es mamá de Major Tom.

Tiene una oficina de servicio al cliente donde semanalmente aplica la risoterapia como método de motivación para todos y tiene un canal de videos en YouTube donde expresa netas de vida sin proponérselo. Sí, soy fan.

La primera vez que la escuché fue en un restaurante en Guadalajara, mientras comía con mi madre.

Estábamos celebrando que había ganado una batalla y recuerdo estar contemplando cómo sonreía mientras comía tan alegremente un gran trozo de pastel selva negra (sugar free). De fondo sonaban los acordes de Midnight, el primer sencillo de Elán.

Cachitos de suerte deliciosos.

Después de este contexto, sigamos con la historia. Nos quedamos en que estaba viendo el video de Elán, para ser más específicos, el video de «Enredos mentales» que, casualmente, habla de la suerte, la magia, el destino y sus consecuencias.

Confieso que empecé a llorar, pero mis lágrimas no eran por tristeza, eran más bien lágrimas de alegría, y sentí el arrebato de escribirle y contarle nuestra historia (¿nuestra historia?).

Así es, Elán y yo tenemos una historia y sin conocernos en persona (bueno, en realidad varias). Supongo que eso pasa cuando eres una melómana empedernida que utiliza la música como archivero de recuerdos y crees que los artistas se convierten en tus amigos por musicalizar tu vida.

Si lo ven de este modo, eso es lo realmente sucede: siempre están en tus penas y en tus alegrías, no te juzgan por repetir su canción mil veces y si necesitas un consejo, sólo basta ponerle play al disco para encontrar consuelo.  

En fin, empecé a escribir mi mensaje, sin imaginar que estaría en línea y que me estaría leyendo. Eso fue un golpe de suerte porque aunque no lo parezca, Elán tiene muchas cosas que hacer.

Servicio al cliente de Elán.

Sin embargo su destino se cruzaría con mi mensaje y al fin podría leer nuestra historia que involucra una playa en algún lugar del mundo, la canción de Midnight como fondo musical y el recuerdo de mi madre sonriendo en ese restaurante mientras comía su rebanada de pastel sugar free. Una historia que solo ella y yo conoceremos del todo.

Platicamos como 1 minuto, no menos, como 5 minutos (ríanse por favor). Me dijo cosas bien chingonas, cosas que por alguna razón el destino necesitaba que yo leyera y escuchara, ¡y vaya que lo necesitaba! De repente sentí que había recuperado mi suerte.

Elán abrió la oficina de servicio a cliente sólo para recordarme por qué ella es uno de mis tantos cachitos de suerte, uno muy especial que me hizo regresar a donde pertenecía.

Elán, siempre siendo honesta y original.

¡La suerte existe!

Hoy creo que la suerte, más allá de ser una serie de eventos afortunados o desafortunados, es una mezcla de creer y querer. Y el destino, al ver cómo pasa nuestra vida, materializa la magia a través de las personas para que podamos sentirla.

Como dato curioso: yo acostumbro ver los videos de Elán mientras desayuno y no por las noches como lo hice ayer.

Mi madre y yo tuvimos que salir al médico, y aunque aún no ganamos la batalla del todo, nos espera un pastel selva negra (sugar free) para celebrar la suerte. La suerte de estar vivas.