Enfermedades infecciosas: el día que esquivamos la bala

Nuestra especie siempre estará expuesta a enfermedades infecciosas.

Malditas enfermedades infecciosas. Maldito COVID. Todos hemos sufrido por culpa de ese desgraciado bicho. Hemos perdido conocidos, amigos y familia. Hemos estado, algunos, encerrados durante 10 meses en nuestras casas. Otros menos tiempo. Otros simplemente no pueden darse el lujo de encerrarse y algunos (muchos) más simplemente no quieren hacerlo.

COVID ha destruido la economía de la gran mayoría y la familia de millones. Ha tenido altísimos costos que al día de hoy seguimos y seguiremos pagando por todo este año que comienza. Tal vez un pedacito del siguiente.

Conforme avance la vacunación será cada vez menor, pero a un paso muy gradual. ¡Joder, hay que vacunar a alrededor de 7 mil millones de personas! No es tarea sencilla para el mundo, tampoco para ningún país, menos para uno gobernado por ineptos.

Con todo eso, SARS-CoV-2 no es un bicho que me espante. No me da miedo. En el mundo de los monstruos microscópicos es un pequeño bastardo, molesto y asesino, pero no está en la liga de los grandes bastardos.

Laboratorios de bioseguridad.

Las pruebas de rutina para detección de enfermedades infecciosas se realizan en un laboratorio con nivel de bioseguridad 2: No necesitas llevar un traje espacial en este nivel.

La mayor precaución es que para hacer cualquier procedimiento que pudiera causar aerosoles este se lleva a cabo dentro de un gabinete de seguridad biológica.

Algo así como una pecera, pero con agujeros enguantados en los que introduces tus manos para realizar el procedimiento sin que te salpique la muestra. El virus del VIH también se maneja en un laboratorio con nivel de bioseguridad.

Para cultivar el virus SARS-CoV-2 se hace en un laboratorio de nivel de seguridad 3. Ya tienes que utilizar además del equipo de protección un respirador. 

El acceso a este laboratorio es muy controlado, pero no tienes que quitarte toda la ropa para entrar ni pasar por una ducha descontaminante; tampoco tienes que usar un traje espacial.

En él se manipulan bichos más malos, pero no verdaderos monstruos. Para esos está reservado el laboratorio de nivel de bioseguridad 4.

Para entrar al laboratorio de BSL-4 tienes que quitarte la ropa, todo aquello que esté en contacto con tu cuerpo como cadenas, anillos y lentes de contacto. Debes cambiar toda tu ropa antes de entrar. También debes usar un traje espacial de presión positiva.

Está conectado al exterior por una manguera a través de la cual se te provee del aire que vas a respirar, a una presión suficiente que impida que en caso de que el traje se rasgara algo pudiera entrar en él.

Siempre llevas cinta adhesiva contigo, pues es importante tener con qué sellar inmediatamente una rasgadura. Está prohibido entrar solo y tú y tu acompañante se revisan mutuamente de manera constante para verificar la integridad de sus trajes. Al salir, antes de quitarte el traje debes pasar por una ducha descontaminante.

El laboratorio es de presión negativa. La presión del aire siempre es menor que en el exterior, así, en caso de que se abriera una brecha al laboratorio, éste absorbería el aire del exterior evitando la salida de los mortales habitantes que contiene.

Les aseguro que todas estas precauciones están justificadas ya que en el interior de estos muy contados laboratorios en el mundo residen bichos como el ébola y el Marburgo. A los residentes del BSL-4 sí les tengo miedo.

El terrible ébola.

El primer caso de ébola conocido fue el de un francés que vivía en Kenia. Fue de viaje con una amiga a una cueva de nombre Kitum en el monte Elgón, el día 1º de enero de 1980 y se cree que salió de ella infectado con el virus.

Así como el Sars-CoV-2 es un coronavirus, el ébola y el Marburgo son filovirus. Dependiendo de la cepa matan entre el 70% y el 90% de las personas a las que infectan.

De entre las enfermedades infecciosas, una muerte por amplificación extrema de filovirus es terrible, básicamente la infortunada víctima se convierte en un licuado de sangre y virus.

Comienza por un dolor de cabeza en el séptimo día posterior a la infección, continúa con dolor de espalda y luego destruyendo el tejido conjuntivo entre la piel y los músculos de la cabeza, quitando toda expresión de la cara y dándole una apariencia de máscara.

Los párpados inferiores se cuelgan un poco y los ojos empiezan a tornarse color rojo rubí. Pequeños puntos en la piel empiezan a convertirse en grandes moretones dando al enfermo un color violáceo-amoratado y continua con un vomito que es en su mayor parte sangre y coágulos. 

Este vómito, conocido como vómito negro, es el síntoma de la amplificación extrema y una sola gota de sangre infectada contiene varios millones de virus esperando infectar a la siguiente víctima. Se produce daño cerebral extenso y el paciente sufre cientos o miles de pequeñas apoplejías.

Todos los órganos vitales del infectado sufren daños extensos e irreparables y finalmente se revienta el intestino y el enfermo muere desangrado por todos los orificios del cuerpo con hemorragias que nunca coagulan.

Eso sí me da miedo, pero afortunadamente el ébola no se transmite fácilmente: hay que entrar en contacto con los fluidos corporales del infectado, lo cual les ocurre principalmente a los familiares que cuidan al enfermo o al personal médico que lo atiende.

El enfermo muere muy rápido y no alcanza a contagiar a muchas personas, por lo cual no se ha vuelto pandémico. Gracias a todo aquello que es divino y sagrado los filovirus no se transmiten por el aire como los SARS, el MERS o la influenza…

¿O sí?

Referencias:

CDC: Centers for Disease Control and Prevention: Interim Laboratory Biosafety Guidelines for Handling and Processing Specimens Associated with Coronavirus Disease 2019 (COVID-19). Artículo.

Grainger: Biosafety Levels: Classification, Practices, Primary Barriers and Secondary Barriers. Artículo.

Scientific American: Facing Down the World’s Deadliest Pathogens in a BSL4 Lab. Artículo.