Opinión

Los malos deseos a López Obrador y el encono generalizado

25 Ene, 2021

¿Malos deseos o buenos deseos? Ambos son irrelevantes.

Tenemos malos deseos todo el tiempo, aunque también buenos. ¿Pero bajo qué óptica, perspectiva, criterio o consideración? Todo depende del lugar donde se haya nacido, así como del contexto familiar, posterior desarrollo, etc.

Siempre podemos reconocer en lo más íntimo de nosotros lo que es correcto sin influencia cultural, moral o religiosa alguna: son momentos de reflexión genuina que nos permiten discernir algo, aunque hacer o no lo correcto es muy diferente. Ahí entran en juego los deseos y su intrincada conexión emocional cuya raíz es esa pérfida importancia de nosotros mismos.

Ahora bien, ¿realmente son de utilidad los buenos o malos deseos? No, en absoluto. Desde la perspectiva budista, son el origen mismo de todos los problemas del ser humano, siendo entonces la ausencia de deseo el principio de un camino mucho más equilibrado.

Términos y condiciones.

Las redes sociales son una extensión obvia de nuestra personalidad y nuestros deseos, y si existen acciones inadecuadas, las propias plataformas se encargarán de sancionarnos o suspendernos. Son sus términos y condiciones.

Por ejemplo, cuando el presidente López dio a conocer que fue positivo a covid-19, Twitter tuvo a bien recordar a los usuarios que manifestar o expresar deseos de muerte a una persona, entran en esa categoría de malas prácticas que ameritan suspensión. 

Acciones necesaria porque se debe atemperar el ecosistema virtual. Mera previsión para evitar que las cosas escalen hasta la violencia en otras formas, lo que ha refrenado en buena medida la emocionalidad de los fanáticos, especialmente los que comparten un idilio con el primer covidiota de la nación.

Si se contagió o no es irrelevante, pero tampoco sería de extrañarse. La tozudez es la marca de la casa, revistiéndola de bondad o moralidad inexistentes para un personaje que deleita a fanáticos obnubilados.

Deseos de hacer lo correcto. O no.

Nadie con un mínimo de inteligencia o empatía habría desestimado una pandemia, alentando a la gente a salir o abrazarse. Nadie con un mínimo de inteligencia o empatía, habría comprometido el bienestar de enfermos de cáncer o entorpecido programas de salud. Pero es López.

Se subió a un avión comercial, a sabiendas de que hay síntomas o malestar, comprometiendo la salud del resto de los pasajero. Imprundencia es lo mínimo a considerar: una completa falta de respeto a los demás y todo por mantener ese personaje de austeridad y cercanía con el pueblo. 

Se trata del presidente de la República, sobre el que recaen temas de seguridad nacional, pero que prefirió simular la rifa de la aeronave que corresponde al Poder Ejecutivo, contraviniendo las leyes al respecto. Y sigue pagando avión, mantenimiento y renta de un hangar, sin que sepamos siquiera si los dichosos premios fueron entregados o sirvieron de algo.

¿Que quería mejorar las cosas en el país? A su manera, quizás, pero todos sus actos describen a una persona cuyo narcisismo compromete cualquier procedimiento de gobierno rutinario con dispendio, mentiras y propaganda. El camino al infierno está lleno de buenas intenciones: el disfraz de líder moral es opcional.

Los buenos deseos.

Aburre muchísimo la hipocresía, pero es una práctica necesaria en muchos ámbitos, siendo en la política un recurso que se dosifica siguiendo normas, convenciones y diplomacia. 

Que organismos autónomos o rivales políticos manifestaran buenos deseos de recuperación al presidente, es lo más normal del mundo: es parte de las tareas de funcionarios o personajes de la vida pública. Lo personal no entra en juego.

Pero eso no quiere decir que se olvide la verdadera naturaleza del actual presidente. Nadie, nunca, ni en los peores años del PRI, ha causado tanto daño patrimonial a los mexicanos, comenzando en sus años mozos en Tabasco. Contra Pemex, CFE, NAICM, contra lo que no sea él y su proyecto lleno de buenos y malos deseos.

Importan los hechos, la evidencia, y cualquier otra consideración es subjetiva. En México hay medio millón de fallecidos por la pandemia y ojalá que no haya uno solo más, pero por más buenos deseos que haya, el destino habrá de alcanzarnos a todos tarde o temprano.

Como conclusión…

Al universo le tiene sin cuidado si vivimos o morimos porque, de hecho, ignora que existimos. Pero existe un principio existencial que atinadamente trataron en el anime Fullmetal Alchemist: Brotherhood, que dice:

El intercambio equivalente es la ley que rige el mundo de la alquimia:

«No puedes ganar algo sin perder otra cosa a cambio».

Da igual lo que deseen, lo relevante está en saber si lo pueden pagar o a cambio de qué. Qué bueno, qué malo, quién sabe.