Los que saben

420: día de cannabis

¡Feliz 420 a todos los entusiastas del cannabis!

En este 420, hablemos de la cannabis: una planta que tiene muchísimos nombres diferentes para referirse a ella. Podríamos escribir más de mil palabras y no terminaríamos. ¿Por qué vale la pena detenerse para hablar del nombre de esta planta? Ahí les va.

Generalmente se le denomina cannabis a las hojas y florescencias de las distintas especies de la Cannabis sativa l. (índica, sativa o rudelaris). Sí, se le llama de muchas formas, pero se acostumbra a darle un nombre distinto por el tipo de uso que se le dé.

Por ejemplo, si es pa’ relajarse o para platicar con Bob Marley (qué mejor que en un 420) se le conoce como marihuana (entre otros millones de nombres. Luego hacemos una lista, será divertido).

Si nos referimos a ella sobre su uso medicinal, se le conoce como cannabis a secas o cannabis medicinal, y si es para uso industrial, cáñamo o hemp in english.

También se utiliza de manera indistinta, el término marihuana para referirse a cualquier tipo de uso, ya sea recreativo, medicinal, ritual o industrial.

Siempre ha existido una relación directa del hombre con las sustancias.

La historia de esta relación no ha sido uniforme y ha ido y venido entre la libertad y la persecución, yendo desde periodos permisivos a otros de represión, volviendo a la libertad y, finalmente, en un periodo de prohibición mundial fundado en un marco jurídico internacional.

Los resultados de este prohibicionismo llegan hasta el uso cotidiano de las palabras para referirse a la cannabis y a quienes la utilizan, cualquiera que éste sea el fin.

El prejuicio construido alrededor de la planta y de cómo algunos personajes de la historia de las sustancias se han referido a ella; sí, así como Harry J. Anslinger, padre de la prohibición de la cannabis en Estados Unidos y que con sus prejuicios impactó también a nivel mundial.

Vayamos a lo básico, ¿qué es una droga?

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define como:

1. f. Sustancia mineral, vegetal o animal, que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes., 2. f. Sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno.

¿Ven ahí algún prejuicio implícito? Yo no.

Veamos otra definición:

La Organización Mundial de la Salud la define de la siguiente manera:

Droga es toda sustancia terapéutica o no que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración (inhalación, ingestión, fricción, administración parenteral, endovenosa), produce una alteración, de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es, además, susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas, de acuerdo con el tipo de sustancia, la frecuencia del consumo y la permanencia en el tiempo.

Una más:

Kenneth Jones en su libro Drugs and alcohol, define a las drogas como sustancias consideradas ilícitas que alteran la conciencia y producen una conducta anormal del individuo que las consume.

420: por un consumo responsable

Podríamos hacer una tesis con definiciones de drogas y los debates en torno a dichas definiciones, pero mi punto es el siguiente, ¿qué similitudes o diferencias observaron entre esas tres definiciones?

Las tres, de alguna manera, tratan de englobar una reacción física del cuerpo a cierta sustancia, sin embargo sí podemos observar que las dos últimas, la de la OMS y la de Jones, tienen implícito el discurso prohibicionista o de «reacciones anormales».

No es tan sencillo.

El consumo de drogas no debería explicarse solamente a través del fenómeno biológico, dañino o benéfico para la salud.

Es fundamental tratarlo también desde la perspectiva social, como un hecho, al que, de acuerdo con los autores de ‘Marihuana y Salud’, se le otorga un significado dentro de un contexto histórico y cultural determinado.

Es decir, el consumo y los usuarios o consumidores de drogas conceptualmente se construyen en un imaginario social que se divide en diversas posturas que suelen NO estar basados en un conocimiento objetivo sino en creencias.

Me lo dijo el primo de un amigo en vez de irnos a los hechos.

¿Cómo la palabra droga se convirtió en un término peyorativo?

Cuando hablamos de drogas, debería poder designarse de manera genérica al mundo químico, vegetal y cultural que comprende el uso de sustancias, como lo señala Pérez Montfort en su libro Tolerancia y Prohibición.

En su texto nos comparte que, hasta hace sólo algunos años, en el mundo académico, por ejemplo, los estudios sobre sustancias alucinógenas o narcóticos en México, se acercaba al tema desde una perspectiva de intolerancia.

El tema era rechazado en espacios de los medios de comunicación masiva: las drogas se contemplaban y todavía se debaten hoy, principalmente a partir de una posición abiertamente prohibicionista.

Pérez Montfort señala que el consumo de alteradores de conciencia ha recibido una extensa reprobación a lo largo de por lo menos cuatro generaciones de mexicanos.

Y ya hemos visto de dónde venía la prohibición y el manejo del tema de la cannabis. Sí, de gringolandia, William Hearst y don Harry Anslinger, y eso también se exponenció de manera sustantiva en los medios de comunicación.

Estudiar la cannabis estaba prohibido, era tabú, y hasta la fecha algunos sectores de la población o medios todavía manejan el tema desde la intolerancia y el prohibicionismo.

Cambiando perspectivas

La conciencia social que ha privado en México sobre las drogas y también en el mundo se ha visto permeada por una condena constante extendida a su comercio y distribución y hasta en lo cotidiano, entendido como uso terapéutico, ritual o recreacional. Existe un rechazo general al abordar el tema de las drogas y de la cannabis en particular.

El tema de las drogas vistas como medicinas poco a poco se fue transformando hacia el sentido peyorativo que hoy tiene y que niega o resta importancia a su condición terapéutica y que obviamente sanciona negativamente también su uso recreativo.

Existe una reprobación moral, criminalización de la producción, el comercio y el consumo de cannabis.

Luis Astorga, especialista en políticas de drogas, señala que el placer, la libertad individual, la salud y la moral y razones del propio estado, han estado involucradas en la percepción social de las drogas.

En este 420, ¿qué significado tiene el consumo de la cannabis?

Díganme ustedes. No pueden negar que existe un estigma asociado a la desacreditación y discriminación. Existe un afán irracional y estigmatizante del prohibicionismo.

En la estigmatización de los usuarios y usuarias de cannabis participa el propio concepto de droga (desde el prohibicionismo) pues es la sociedad la que determina qué sustancias son consideradas legales o ilegales.

En este proceso, la lógica sociocultural ha imperado por encima del conocimiento científico.

La imagen del usuario de drogas se construyó en la opinión pública a partir de movimientos contraculturales de los años sesenta.

En esta época se refuerza la visión negativa de los consumidores, que ya venía de los años cuarenta y la criminalización de las drogas que también contribuyó a que se dieran las condiciones para el consumo fuera catalogado como un hecho «conflictivo a nivel social».

Los medios refuerzan este discurso muestran noticias sobre personas adictas relacionándolas con actos violentos, robos, muerte, etc. Ofrecen una visión negativa de una realidad social que no es tan simple.

Se fue construyendo un estereotipo de hombre/mujer-joven-marihuano-delincuente buscando generar en la población emociones de miedo y rechazo.

La estigmatización responde a una serie de procesos que implican la identificación de un grupo social, al cual se le etiqueta con características indeseables o estereotipos quedando dicho grupo separado de la normalidad y siendo objetos de discriminación y tratos desiguales.

En el imaginario colectivo son individuos que suponen un riesgo social.

El estigma de consumir marihuana

En el 420 y siempre: No se puede negar que fumar o consumir marihuana es un estigma más allá de si es legal o no. Genera estereotipos y discriminación.

Genera también desacreditación y desprecio a los usuarios y usuarias, aunque el uso que le den sea medicinal o alimenticio, por ejemplo.

En los años sesenta, particularmente en Estados Unidos, fumar cannabis llegó a ser un rasgo casi definitorio e identitario del movimiento hippie.

En México y en Latinoamérica, su consumo también fue sido utilizado como una resistencia cultural frente a los poderes establecidos. Y a esos que protestaban en contra de la guerra de Vietnam o de los poderes establecidos, se les fueron asignando motes peyorativos como mugrosos, marihuanos, you name it.

Hoy 420, 60 años después, parece que cuestionar y resistir sigue siendo una práctica asociada peyorativamente a los «mugrosos marihuanos». Cuando protestar es un derecho y no solo lo hacen los consumidores de cannabis.

La normalización y avance de una industria

En la actualidad el empleo de esta sustancia ha tendido a normalizarse en algunos sectores donde normalmente no podía ni hablarse de ello, como es el empresarial. La industria cannábica va para adelante en el mundo y próximamente en México (y no veo a los empresarios quejándose mucho de la ‘planta mugrosa’).

Aun así, la sociedad continúa asociando el empleo de esta sustancia con la marginalidad e incluso con la delincuencia.

Lo cual puede entenderse considerando que las condiciones sociales y económicas de inestabilidad y desigualdad que afectan a un alto porcentaje de la población joven de nuestro país impiden mirar el consumo de marihuana de la misma manera que en los países desarrollados.

Con la ola de legalización de planta que empezó en Uruguay, Canadá, Estados Unidos, Colombia, e incluso en México (ahí vamos), hoy existe una mirada más empática respecto a las propiedades terapéuticas de la planta. Sin embargo, el estigma y criminalización para los y las usuarias persiste.

En el uso recreativo o espiritual, en el legítimo ejercicio de la libertad individual, los medios de comunicación no muestran la misma empatía que cuando se habla de cannabis medicinal, por ejemplo.

¿Y los medios qué pitos tocan en esta historia?

La forma en que este señor y los medios de comunicación de aquélla época se referían a la planta, replicó un discurso que, finalmente, llevó a su prohibición a nivel mundial.

Prohibición que aún se mantiene en muchos países y que ha traído consecuencias fatales como el narcotráfico en todo el mundo, además de una discriminación implícita para quien la utiliza en cualquiera de sus formas.

El papel de los medios de comunicación ha sido clave en el prejuicio y desconocimiento que se tiene de la planta. No podemos negar el impacto del consumo del psicoactivo de esta planta a nivel mundial.

Aproximadamente 192 millones de personas consumieron cannabis en 2018, como lo señala el Informe Mundial sobre las Drogas 2020 de la Oficina de la Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, y reportó que ésta es la sustancia ilícita más consumida en el mundo.

Como hemos visto, la prohibición de los años 30 derivó en escenarios políticos, sociales, sanitarios y económicos que han incidido en el consumo de la sustancia.

420: por la legalidad de una planta con muchos usos

Sus cannabinoides son benéficos para la salud (los chinos y otras culturas como la hindú, la mesoamericana, etc., nos lo compartieron hace miles de años) y toda la planta se puede aprovechar de manera sustancial en muchas industrias.

Los osados como el Dr. Raphael Mechoulam, conocido como el padre del THC, que se dedicaron a investigar sus componentes y sus efectos en el sistema endocannabinoide, se jugaban el pellejo pues la sustancia estaba prohibida. Gracias, Dr. Mechoulam.

Los principales medios de comunicación se aliaron con el «prohibicionismo» en la «guerra contra las drogas». Hablar de «marihuana» era hablar de algo prohibido (tal vez por eso se antojaba más, de ahí también la idea del 420).

Menos sensacionalismo, más conocimiento

El tratamiento informativo que se le ha dado a la cannabis desde su prohibición, ha sido como ‘droga de comercio ilícito’, la cual, volvemos a repetir, es la más consumida en el mundo.

Este tratamiento informativo ha generado un debate sobre sobre la representación mediática de las drogas y que lleva a su regulación o prohibición en los países.

El colectivo RESET (Política de Drogas y Derechos Humanos de Argentina), señala que los medios de comunicación tradicionales han jugado un papel esencial en el mantenimiento de la prohibición.

Actualmente, son muy pocos los medios de comunicación que actualmente tratan el consumo de cannabis para todos sus usos y que derriban los mitos desde la llegada del prohibicionismo.

Muchos siguen publicando noticias con títulos sensacionalistas como “golpe al narcotráfico”, y en la foto del allanamiento se observan un par de plantas de marihuana.

Durante muchos años se han limitado a difundir la verdad oficial de prohibicionismo, ignorando las opciones alternativas y planteando la prohibición como la única salida posible.

Afortunadamente la world wide web abrió y sigue abriendo el discurso hacia otras líneas distintas al prohibicionista.

La palabra marihuana viene del náhuatl “malli” y significa hierba que se enrosca o hierba para tejer y “huana” que se asocia a “tlahuani” que significa «alterado en mente, cuerpo y/o percepción».

420: pero entonces, ¿cómo le decimos?

Mi statement como comunicóloga y socióloga: las palabras sí importan. Con ellas se construyen significados. Para conocer una lengua y una cultura, qué mejor que hacerlo a través de sus palabras; en ellas se esconden la historia y las perspectivas diversas de una sociedad.

Las palabras se modelan las ideas, narrativas, se defienden los principios y hasta se sostienen las ideologías. Las palabras que usamos revelan cómo somos y nuestra manera ver el mundo.

Las usamos como herramientas, pero pensar el significado de lo que decimos, hace que las utilicemos más conscientemente. En resumen, las palabras son fundamentales para entender la realidad y para referirse a ella con toda claridad.

Con base en lo anterior y en este 420, quiero decirles que cómo nos referimos a la cannabis es importante. Incluso a veces es una postura frente a la planta.

Tiene que ver con la relación entre el conocimiento que tenemos o no, de la planta y el uso o consumo o no, que hayamos tenido o que consuetudinariamente hagamos de ella, para el fin que la requiramos o deseemos.

En otras palabras, qué tanto sepamos sobre cannabis se refleja en actitudes y en nuestro lenguaje con base en, qué tanto sabemos de ella y cómo nos hemos relacionado con la planta; esto incluye si la hemos utilizado o no, en alguna de sus formas consumo (recreativo, medicinal, ceremonial, industrial, alimenticia, etc.)

Hoy 420, les diría que, tratándose de cómo decirle a la planta, la información objetiva y subjetiva es relevante en la representación social de la cannabis, pero hablemos de ella sin discriminar a los usuarios, hay muchos infantes que la utilizan para sobrevivir y tener una buena calidad de vida.

¡Contexto!

Antes de hablar de un usuario o de la planta, pensemos bien cómo le vamos a llamar, pensemos en el contexto. Podemos llamarla cannabis o marihuana, sólo recordemos que generalmente cuando hablamos de marihuana se refiere a un uso recreativo de la planta y no hay por qué discriminar a nadie.

Aun con la puerta entreabierta a la prohibición que existe en la mayoría de países para cultivarla y consumirla, existe una retahíla de palabras alternativas para no decir cannabis o marihuana.

En este 420…¿ustedes cuáles usan?

Gracias por llegar hasta aquí.