Bitácora

Los demonios y su presencia eterna entre nosotros

20 Jun, 2021

¡Por los mil demonios! Vaya que son muchos.

Es de llamar la atención le presencia de los demonios en todas las culturas y religiones. Pero fuera de teologías o mitología, ¿realmente existen? La Demonología (del griego δαίμων, Daimon) es una rama de la teología que estudia a los demonios, sus orígenes y naturaleza. Y son muy variados, según dicen. Humanos o no humanos, almas o espíritus separables desencarnados que nunca han vivido en un cuerpo, ya fueran ángeles caídos o fantasmas.

El dualismo de Zaratustra se representaba por Ahura Mazda en el bien, Angra Mainyu en el mal. De ahí parte la concepción de Cielo e Infierno, al igual que un Juicio Final. Y más aún: hablaba de ángeles y demonios, éstos últimos hasta clasificados según sus responsabilidades como guerras o enfermedades.

En Babilonia desarrollaron la medicina con remedios y recetas, pero las enfermedades eran obra de 6,000 demonios dispuestos a provocar pestes, fiebres y epidemias. Y los sospechosos sumerios, dicen que descendientes de viajeros espaciales, tenían a Asag, un ser que con su sola presencia hacía hervir a los peces de los ríos. 

En el judaísmo, el Talmud menciona la existencia de 7,405,926 demonios, divididos en 72 compañías. Ese es un censo que envidiaría el mismísimo INEGI. Y así en todas las religiones, hasta en representaciones de gárgolas en las catedrales góticas. Que, además de su simbolismo, sirven para evacuar el agua de los tejados.

Me lleva el demonio

Como representación de todos los males de la humanidad, los demonios pueden ser figuras o símbolos de alguna filosofía o creencia, o seres reales. La expresión es odiosa, pero aceptamos psicológicamente hablando la existencia de «nuestros demonios» y «la lucha contra ellos». 

No es un tema de moral y va más allá de hacer el bien o el mal, y vaya que somos capaces de ambas cosas. Es más profundo: es el atávico asunto de la posible consciencia humana y la eterna misión de algo ajeno a nosotros que nos lo impide. Por eso, de entre todas las versiones de demonios y su muy compleja clasificación el mejor ejemplo que veo es la leyenda de Buda.

Después de haber encontrado el camino medio y entregarse a la meditación con gran esfuerzo, Siddhartha logró ver el orden mismo del cosmos: Los dioses mismos se alimentaban del sufrimiento de los hombres, robándoles la vitalidad a cada tristeza, a cada dolor. Los dioses eran también demonios tentadores, personificados por el mismísimo príncipe de la oscuridad, Mara, quien intentó distraer a Buda en el camino a su iluminación.

Ni bien ni mal 

Pero he de insistir: no hay bien ni mal, sino posibilidad. Esos dioses hacen su trabajo y obtienen lo que necesitan; nosotros también. ¿De cuántos casos de maldad encarnada hemos sabido? Noticias espantosas, historias de crimen y abuso por doquier.

Desde siempre se ha procurado alertar al ser humano de su fatal y egoísta inclinación por el mal, y quizás en la antigüedad realmente veían a los demonios presentes. Hoy nos basta con leer noticias o vernos al espejo.