Opinión

¿Y todo para qué?

Tras la tormenta, la reflexión: ¿y todo para qué?

En mi última colaboración hacía referencia a un concepto del que poco se habla. Debiera de ser trivial, pero pues no está muy practicado en México: el autoliderazgo (o sea, ser líder de ti mismo, ser como tu papá, inspirarte desde dentro). ¿Y todo para qué?

Estas semanas han sido…diferentes…retadoras, y con lecciones que la vida me ha presentado para que aprenda la lección de una vez. Desde amenazas de muerte o contra mi integridad física y la de mi equipo de trabajo, fuego amigo desde varios frentes, indiferencias de quien menos lo esperaba y, por el contrario, también la reactivación de uno de mis giros económicos preponderantes, de récord de cosecha en el rancho de arándanos, de días con un cielo azul perfecto. Bueno, hasta mi exesposa me ha tratado superbién.

En febrero, ocurrió un incidente de seguridad muy peculiar que me tuvo preocupado y posteriormente ocupado en analizarlo y ver dónde cometí errores. Entendí que los errores eran míos y comencé a preguntarme por qué «me pasó», pero después, y más importante, me cuestioné el para que me pasó a mí. ¿Y todo para qué? Entendí finalmente que era para abrir los ojos, para entender que toda acción tiene una reacción, para ver que ser espectador es igual que ser cordero frente a los lobos. 

Desde entonces he tomado acciones mucho más definitivas con mi vida, hasta los eventos que cité en el párrafo anterior. Esta vez, no sólo no me apaniqué ni me quedé sin dormir días enteros pensando en el evento y preocupándome por algo que posiblemente no pasaría nunca, ni entré en pánico por mi familia; no. Esta vez, enfrenté cada una de las amenazas desde los puntos más seguros para los involucrados y con una actitud y aplomo que antes no tenía desarrollada.

¿Qué pasó? ¿Qué cambió?

Escalando las amenazas y enfrentando a quien las esgrimió frontalmente, sin violencia pero con fortaleza, al tiempo que protegía a mi equipo de colaboradores y, también, haciendo un planteamiento frontal a quien sólo ha lanzado una campaña de ataques para mi persona por debajo de la mesa, para no ser el tigre que pelea con el burro sobre si el pasto es azul. En fin, que en cada uno de los frentes he tomado una dirección diferente a la que usualmente habría pensado y actuado (en el caso de que llegara a tomar acción). 

La diferencia que yo he encontrado para lograr este cambio de actitud, esta madurez para el análisis y resolución de situaciones tóxicas para mí, ha sido el liderarme a mí mismo de forma efectiva. Seamos honestos, podremos no saber que queremos, pero siempre sabemos lo que tenemos que hacer. Bueno, estas semanas han sido de ponerme a hacer desde lo más básico de nuevo:

  • Cada día me levanto, me veo al espejo y creo que podría hacer algo para estar mejor conmigo y comienzo por hacer ejercicio.
  • Disminuí mi consumo de azúcar y en general de calorías y alimentos procesados. No los he eliminado, pero sí los he disminuido al grado de que sean un gusto esporádico y no una rutina.
  • Dedico tiempo en específico a resolver cada una de las situaciones y cuando me cacho procrastinando (haciéndome menso), no pierdo tiempo y me pongo a trabajar.
  • Reviví una red de contactos de muy buen nivel para mí, grandes personas y buenos amigos en los que puedo apoyarme y puedo apoyarlos para avanzar en cosas puntuales.
  • No he perdido a mi «grupo de autoayuda» (¡Hail PxLML!) y espero que no me den por perdido.
  • Renuncié a un cargo casi honorario en una empresa donde la relación se perfilaba para ser un perder-perder. «Me cayó el veinte» que no puedo arreglar al mundo ni tampoco debo intentar arreglar a la gente que no quiere ser ayudada ni sacada de su zona de confort.

Y bueno, a pesar de que el Cruz Azul perdió el campeonato una vez más, el universo parece haber tomado un rumbo distinto. ¿Qué? ¿Que el Cruz Azul ganó el campeonato? ¡AVISEEEN! ¡Con razón todo ha estado de cabeza!

Finalmente, entendí que (a continuación va el tip que yo les puedo compartir en esta ocasión) el quedarnos en la queja, en los «por que a mí», en la jugada fácil de hacernos la víctima de la circunstancia, viajan en el mismo carril. Y que para regresar mucho más rápido al carril del estado de gracia, de flow, de paz o de máximo potencial, como gustes llamarlo, la cuerda salvavidas puede ser una sola pregunta: ¿y todo esto, para qué?

Espero que estas líneas te ayuden a ordenar un poco tus ideas como me ha pasado a mí, y que pronto tú también vayas encontrando la cuadratura al círculo para lograr tus metas. La intención de escribirte no es decirte qué tienes que hacer, sino darte ideas sobre cómo lo hemos hecho otras personas. A veces el ejemplo arrastra, otras veces inspira, y muchas veces, al menos sirve para que nos desahoguemos, para ver que no somos los únicos que pensamos la misma solución. Ahora, ¡pasa a la acción!

ANEXO A

El burro le dijo al tigre: «La hierba es azul». El tigre respondió: «No, la hierba es verde». La discusión se subió de tono y los dos decidieron ir a arbitraje ante el león, rey de la selva. Antes de llegar al claro de la floresta, donde el león estaba sentado en su trono, el burro empezó a gritar: «Su Alteza, ¿no es cierto que la hierba es azul?» El león respondió: «Cierto, la hierba es azul».

El burro se envalentonó y continuó: «El tigre no está de acuerdo conmigo y me molesta. Por favor, castígalo». El rey declaró: «El tigre será enviado a prisión durante 5 años». El burro saltó alegremente y siguió su camino, rebuznando alegremente: «¡Lero, lero! ¡El tigre fue enviado a prisión por 5 años!».

El tigre se volvió hacia el león y le preguntó: «Su Majestad, ¿por qué el castigo? Después de todo, la hierba es verde». El león respondió: «De hecho, la hierba es verde». El tigre preguntó: «Entonces, ¿por qué me enviaste a la cárcel?».

El león respondió: «No tiene nada que ver con la pregunta de si la hierba es azul o verde. El castigo se debe a que no me cabe en la cabeza que una criatura valiente e inteligente como tú discuta con un burro, y venga a molestarme con esa pregunta».